RECOMENDACIONES PARA DISFRUTAR UNA MEDICINA ÉSTÉTICA SEGURA

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La medicina estética, desde hace unas décadas, se ha convertido en una de las herramientas cada vez más utilizadas por una sociedad que está en constante búsqueda de mejorar su imagen, no sólo para exhibirse ante los demás, sino como mecanismo para sentirse bien consigo mismo y aumentar su autoestima.

La medicina estética se basa en la premisa de tratar a pacientes sanos con algunas inconformidades o defectos que aunque no ponen en riesgo su vida, sí pueden poner en riesgo su componente emocional y, por ende, su integridad. Dicha premisa es avalada por el concepto de salud emitido por la OMS, el cual reza que «Salud no es la ausencia de enfermedades sino el completo bienestar físico, mental y social».

Pero también es cierto que para ejercer esta especialidad deben cumplirse requisitos como ser médico graduado de una Universidad, realizar estudios especiales en medicina estética en forma de diplomado o especialización en universidades o centros avalados para tal fin por los entes regentes de salud y educación y, finalmente, certificarse de forma puntual en las diferentes plataformas tecnológicas que se usan como herramientas terapéuticas. En ese orden de ideas debe desenvolverse la preparación del médico estético para poder entender cuáles son sus competencias y cuáles las que puede delegar en su equipo de trabajo, SIEMPRE bajo su supervisión y tutela, para evitar riesgos y accidentes para él, su equipo y su pieza más preciada: el paciente.

Lamentablemente, el hecho de realizar tratamientos en personas sanas se ha malinterpretado como que esta rama de la salud está exenta de riesgos. Este pensamiento errado también ha quedado en el subconsciente colectivo debido a que los procedimientos estéticos estuvieron en manos de la cosmetología y lo que no podía resolverse por esa vía era terreno de la cirugía plástica.

Nos encontramos entonces con una especialidad médica que navega entre lo sutil de la cosmetología y lo invasivo de la cirugía pero, ya que sus ofertas terapéuticas logran dar respuestas más contundentes sin tener que ir a quirófano, se ha convertido en la vedette más solicitada. Esto generó una vorágine en la creación de productos y tecnologías con un auge de ventas y publicidad que pueden desvirtuar el sentido médico y científico que tiene la medicina estética.

Antes de dar algunos tips, debemos aclarar que TODO tratamiento implica un riesgo y, como decía un gran maestro de la medicina ”para no tener complicaciones no debes ver pacientes” , pero como ese es el día a día de un médico, la diferencia está en que el profesional de la salud está capacitado para atender las posibles consecuencias o complicaciones que pudieran presentarse. Esta situación no sucede con un operador o asistente, por lo que recomiendo:

1) Exige una consulta de evaluación previa para determinar el o los tratamientos indicados para tu caso específico, ya que los mismos deben ser personalizados según cada necesidad. En la misma deberán darte una lista de opciones terapéuticas por escrito. Pregunta quién o quiénes realizarán cada uno de los tratamientos planteados y en qué orden.

2) Solicita información de riesgos posibles en cada uno de dichos tratamientos, así como si amerita algún tipo de preparación previa y cuál.

3) Es muy importante que conozcas de antemano los equipos o tecnología que te ofrecen y compruebes si en el centro o consultorio cuentan con certificación emitida por la casa comercial que acredite el entrenamiento. Así evitarás que usen contigo equipos de dudosa procedencia y bajo control de calidad, pero que son copias idénticas por fuera. El riesgo con ese tipo de “copias” es que no surtan efecto o que generen lesiones como quemaduras, cicatrices, ceguera o perforaciones de órganos.

4) Solicita material informativo y, si no lo tienen, investiga en internet si las marcas existen y tienen aprobación por entes como FDA, iOS 9000, etc. No me refiero en este punto a que el paciente navegue por el “doctor Google” que en la mayoría de los casos genera confusión y problemas a la hora de la consulta médica, ya que los pacientes acuden con el listado de tratamientos que desean como si fueran al abasto a comprar verduras, pudiendo no ser los adecuados para ellos.

5) También es conveniente informarse si el tratamiento que plantean aplicarle puede ser realizado por personal asistente (enfermera, cosmiatra o cosmetóloga) con supervisión del médico o si debe ser manipulado por médicos únicamente. Esto aplica a los tratamientos de depilación láser o con IPL’s ya que suelen ser realizados por personal no médico, con un entrenamiento muy básico y sin supervisión del profesional.

6) Cuando se trate de colocación de medicamentos, exige que te muestren el envase o la ampolla y que la preparen en tu presencia. Lee la etiqueta para comprobar que está aprobado por los entes sanitarios y que no está vencido. Las jeringas y agujas deben ser abiertas y desechadas en tu presencia.

7) Finalmente, y no por ello menos importante, corrobora que el profesional de la salud del centro o consultorio está acreditado como médico general y para ejercer la medicina estética ya que ser médico no es suficiente aval para dedicarse a esta área. Es algo así como un cardiólogo atendiendo casos de traumatología. Y, por supuesto, que el centro cumpla con los requisitos y autorizaciones emitidas por el ente sanitario para su correcto funcionamiento.

Recordemos que cuando acudimos a una consulta de medicina estética es para conseguir mejoras en algún punto de nuestra apariencia física que nos desagrada o, mejor aún, para prevenir la aparición de algunos signos que puedan deteriorar o desmejorar nuestro aspecto físico. Entonces, no lo tomes a la ligera, revisa con cuidado en quién y dónde pones tu confianza e imagen para que los resultados sean los mejores y no se conviertan en una pesadilla.