Ha recibido múltiples nombres a través de los tiempos, entre ellos “Cultura Light”, “Síndrome de la mujer Fashion” y “Síndrome Post Estético”. Me refiero a una patología de connotaciones psicológicas como lo es el Trastorno Dismórfico Corporal (TDC), el cual fue descrito en un principio como Dismorfofobia por el Dr. Enrico Morselli en el año 1886 y se refiere a la imagen distorsionada de sí mismo o la preocupación exagerada por un defecto físico real o imaginario de que causa un malestar significativo que puede deteriorar las áreas laboral, académica, social y de pareja del individuo.
El trastorno suele manifestarse desde la adolescencia y según las acciones tomadas por los padres en cuanto a la enseñanza de límites y valores, puede desarrollarse como una verdadera enfermedad o no. De igual manera es posible verlo en personas adultas con personalidad frágil y ampliamente manipulable. Afecta por igual a hombres y mujeres y pareciera encontrarse predominantemente en personas de clase social alta.
El TDC suele estar acompañado por el trastorno obsesivo-compulsivo. Se describe también la predisposición genética, los abusos extremos en la infancia y juventud, tortura psicológica o bullying, así como el abandono físico o emocional y los estigmas físicos o dermatológicos, pero en la actualidad nos encontramos con dos grandes detonantes que han influenciado el incremento en las conductas exageradas en cuanto a la imagen se refiere, éstos son:
Cánones de belleza promovidos por la publicidad: Los estereotipos de belleza que nos muestran los medios de comunicación y la publicidad con la finalidad de vender productos distan ampliamente de la realidad y el concepto de salud y bienestar. La empresa de la moda ha cobrado ya varias vidas de modelos femeninos y masculinos por el simple afán de buscar el supuesto “cuerpo perfecto”. También se apoya en alteraciones fotográficas (Photoshop) para disminuir centímetros, borrar arrugas, celulitis, estrías, perfilar rostros, etc., creando figuras imposibles para quien pretenda copiarlas poniendo en riesgo su salud física y mental
En una ecuesta realizada por la marca Dove en el 2005, se encontró que sólo el 2% de las mujeres se consideraban bellas ya que la definición de belleza se había vuelto limitada e inalcanzable, situación ésta que ataca fuertemente a la autoestima. Por ellos es cada vez más común escuchar en la consulta a pacientes que admiten no ir a la playa para no mostrar sus estrías, un rollito en la cintura o un granito de acné.
Influencias paterno-filiales: En la sociedad actual nos encontramos con unos esquemas de formación de chicos impacientes, con poca tolerancia a la frustración y lo peor, que creen que la felicidad viene dada por criterios externos donde, además, los mejores resultados se obtienen con muy poco esfuerzo. Esta generación es descrita por la psicóloga chilena Pilar Sordo como la “Generación on-off”: todo lo prenden y todo lo apagan, y esperan que la sociedad funcione igual. A esto le sumamos una escasa comunicación padres-hijos, con carencias afectivas o emocionales y en muchos casos, sensación de abandono.
¿Cómo se manifiesta el TDC?
Los esquemas de manifestación sintomatológica de este trastorno son muy variados, tales como:
Excesiva búsqueda de imagen en espejos, vidrios, constante arreglo de la ropa y/o cabello o retoque de maquillaje, uso de prendas y accesorios exagerados y llamativos, búsqueda compulsiva y constante de tratamientos estéticos, realización de cirugías plásticas y reconstructivas acompañadas por lo general de insatisfacción con los resultados, desnutrición, vigorexia, anorexia, bulimia, ortorexia; y en algunos casos, se ha llegado al extremo de que el paciente se realice a sí mismo terapias estéticas y quirúrgicas conllevando a la deformidad total y hasta la muerte. También se encuentran reportados un 80% de ideas suicidas en quienes padecen de TDC pero, sólo el 20-25% llegan a la consumación del acto.
Lamentándolo mucho no podemos hablar de estadísticas ya que es una enfermedad poco diagnosticada, ya sea porque el paciente no suele expresar al médico sus problemas por temor a ser tildado de frívolo, así como por su poca fidelidad pues, al no conseguir que el médico acceda de inmediato a cumplir sus peticiones, se marchan a otro especialista. De igual manera, para el año 2007 se hablaba de que el 2% de la población estadounidense sufría de esta enfermedad.
¿Existe una cura?
Cuando de tratamientos estéticos se trata, los más solicitados, que podrían considerarse como adictivos, incluyen materiales de relleno o implantes, toxina botulínica, carboxiterapia y mesoterapia. Ahora, si de tratamientos quirúrgicos hablamos, las preponderantes son: liposucción, mamoplastia, ritidectomía, dermolipectomía, relleno de glúteos y rinoplastia. Esta última (modelamiento nasal) es la que más insatisfacciones trae.
La terapéutica es del ámbito de la Psicología y la Psiquiatría en los casos que ameriten medicación, logrando controlar las crisis y mantener equilibrada la psiquis de dichos pacientes, pero la erradicación completa no está aún planteada. Por lo tanto, la intención es hacer un llamado a la prevención desde la consciencia crítica a los parámetros de BELLEZA que quieren imponernos sin contemplar en lo más mínimo los límites de la salud física y mental, así como también a los responsables de la sociedad del futuro, como lo son los padres, quienes en su quehacer diario de forma inconsciente algunas veces, y otras copiando esquemas para parecer actuales, están descuidando el máximo tesoro que pueden dejar a sus hijos como lo son los verdaderos valores del ser humano.
Algunas reflexiones:
¿Acaso las personas deben ser bellas según los estándares actuales para tener valor e importancia como seres humanos?
¿La belleza de la Madre Teresa de Calcuta tenía algo que ver con lo físico?
¿Sabías que las mujeres se arreglan para ser vistas por las otras mujeres?
